CITOESQUELETO
El
interior de la célula eucariota no es una masa amorfa y gelatinosa donde están
diseminados al azar el núcleo y el resto de los orgánulos. Por el contrario,
posee una organización interna establecida por una serie de filamentos
proteicos que forman un entramado dinámico y se extienden a través del
citoplasma, sobre todo entre el núcleo y la cara interna de la membrana
celular, aunque también los hay intranucleares. A esta matriz proteica y
fibrosa se la denomina citoesqueleto. Su función es particularmente importante
en las células animales, donde no existe una pared celular que de consistencia
a las células. Sin el citoesqueleto la célula se rompería puesto que la
membrana es básicamente una lámina de grasa. La palabra citoesqueleto puede llevar
a engaño puesto que no es una estructura inerte que funciona únicamente como
andamiaje para dar soporte a la células y a sus diferentes estructuras. El
citoesqueleto es una estructura muy cambiante, es decir, a pesar de su nombre,
el citoesqueleto no es sólo los huesos de las células sino también sus
músculos. Así, es vital para que las células se puedan mover, para establecer
la forma celular, para la disposición adecuada de los orgánulos, para la
comunicación entre ellos, para los procesos de endocitosis y exocitosis, para
la división celular (tanto mesiosis como mitosis), para resistir presiones mecánicas
y reaccionar frente a deformaciones, entre otras muchas más.
Hay tres grandes tipos de filamentos que forman el
citoesqueleto: los filamentos de actina
o microfilamentos, los microtúbulos y los filamentos intermedios.
FILAMENTOS DE ACTINA
O MICROFILAMENTOS
Los filamentos de actina constituyen uno de los componentes
del citoesqueleto. En las células animales se encuentran normalmente localizados
cerca de la membrana plasmática. Se forman por la polimerización de dos tipos
de proteínas globulares: alfa y beta actina. La beta actina es la más frecuente
y aparece en la mayoría de las células animales. Su secuencia de aminoácidos
difiere ligeramente de la alfa actina, la cual abunda en el músculo. La actina
es una proteína citosólica muy abundante, aproximadamente el 10 % del total de
las proteínas citosólicas. Una proporción de esas moléculas de actina se
encuentra formando parte de los filamentos (F-actina) y el resto son proteínas
no polimerizadas (G-actina), disueltas en el citosol. Estas proporciones varían
según las necesidades celulares, es decir, el número y la longitud de los
filamentos de actina cambia por polimerización y despolimerización. Sin la
actina una célula no podría dividirse, moverse, realizar endocitosis ni
fagocitosis.
Estructura
Los filamentos de actina poseen unos 7 nm de diámetro. Es el
valor más pequeño dentro de los filamentos que componen el citoesqueleto, por
ello también se denominan microfilamentos. Poseen un extremo más y otro menos,
es decir, son filamentos polarizados. Ello es consecuencia de la disposición
ordenada de las moléculas de actina en el filamento, siempre se ensamblan con
la misma orientación. El extremo más se denomina así porque en ´el predomina la
polimerización, adición de nuevas moléculas de actina, respecto a la despolimerización,
mientras que en el extremo menos predomina la despolimerización. El mecanismo
de crecimiento y acortamiento de la longitud de los filamentos de actina es por
polimerización y despolimerización, respectivamente, de monómeros de actina. En
la célula se crean y se destruyen filamentos de actina continuamente. Es el
componente del citoesqueleto más dinámico. Sin embargo, las condiciones y la concentración
de actina en el citosol impiden que los monómeros se asocien espontáneamente
para formar filamentos.
Por ello, la formación de nuevos filamentos es posible
gracias a la presencia de complejos proteicos, como los Arp2/3 o las forminas,
que actúan como centros nucleadores. Esto es tremendamente ´útil para la célula
puesto que permite crear nuevos filamentos solo allí donde se necesitan.
Una de sus grandes ventajas es la versatilidad con que se
crean y se destruyen, así como por su capacidad de asociarse y formar
estructuras tridimensionales muy diferentes. Esto es gracias a las denominadas proteínas
moduladoras de la actina, las cuales afectan a la velocidad de creación y destrucción
de filamentos, a la velocidad de polimerización, así como a la disposición
tridimensional de los propios filamentos.
De hecho, prácticamente no existen ni microfilamentos, ni proteínas
de actina desnudos en el citosol, sino siempre unidos a alguna proteína
moduladora.
Las proteínas moduladoras se pueden clasificar en diferentes
tipos: a) Afectan a la polimerización. Algunas proteínas, como la profilina, se
unen a las proteínas de actina libres y favorecen su unión a filamentos preexistentes,
mientras otras, como la timosina, inhiben su unión. b) Hay proteínas
moduladoras, como las fimbrina y la α-actinina, que permiten la formación de
haces de filamentos de actina mediante el establecimiento de puentes cruzados
entre filamentos, mientras otras, como la filamina, permiten la formación de
estructuras reticulares. c) Ciertas proteínas moduladoras, como la cofilina, la
katanina o la gesolina, provocan la rotura y remodelación de los filamentos de
actina; d) También hay prote´ınas que median en la interacción de los
filamentos de actina con otras proteínas relacionadas, como es el caso de la
tropomiosina, que media la interacción entre actina y miosina. e) Las proteínas
de anclaje permiten la unión de los filamentos de actina a estructuras celulares
como las membranas o a otros componentes del citoesqueleto.
Funciones de los
microfilamentos.
Movimiento. Las células
no nadan, se desplazan arrastrándose por el medio que las rodea y ello se hace
por un mecanismo de reptación, como ocurre en las células embrionarias durante
el desarrollo, en el desplazamiento de las amebas, en la invasión de los
linfocitos de los tejidos infectados o en los conos de crecimiento de los
axones cuando buscan sus dianas.
Endocitosis, fagocitosis. Los filamentos de actina se
encuentran normalmente en los alrededores de la membrana plasmática, en la denominada
corteza celular, aunque en menor proporción también aparecen en zonas más
internas de la célula. Esta es una disposición ideal ´ para participar en
procesos de endocitosis y fagocitosis. La formación y escisión de vesículas en
la membrana plasmática no se realiza sin se impide la polimerización de los
filamentos de actina. La emisión de las expansiones celulares que engloban a
las moléculas que van a ser fagocitadas dependen de la polimerización de filamentos
de actina.
Citocinesis. El estrangulamiento final del citoplasma
durante el proceso de división celular se produce gracias a un anillo de
actina, que, ayudado por la miosinas, va estrechando su diámetro
progresivamente hasta la separación completa de los dos citoplasmas de las células
hijas.
Establecen dominios de membrana. Los filamentos de actina
también afectan a la movilidad lateral de las proteínas de membrana creando
barreras a modo de cercas en la cara citosólica de la membrana plasmática que
delimitan ´áreas. Esto impide largos desplazamientos laterales por difusión de
las proteínas de la membrana.
Formación de microvellosidades. Las microvellosidades son estructuras estables
que permiten a la célula aumentar enormemente la superficie de su membrana plasmática
y aparecen en las células epiteliales como las del tubo digestivo, donde se aumenta
enormemente la superficie de absorción. Cada microvellosidad tiene de 1 a 2 µm
de longitud y 0.1 µm de diámetro, y contiene varias docenas de filamentos de
actina orientados paralelos al eje longitudinal. Estos filamentos están
interconectados por proteínas como la miosina, fimbrina y vilina, por lo que se
cree que tienen cierta capacidad de movimiento. Además, se encuentran unidos a
la membrana celular por otras proteínas de enlace. En la base de las microvellosidades
aparece un entramado llamado red terminal, formado fundamentalmente por actina,
espectrina, miosina II y tropomiosina, el cual está conectado a la base de los
haces de actina que forman las microvellosidades.
Microtubulos
Son un componente del citoesqueleto que tiene un papel
organizador interno crucial en todas las células eucariotas, y a algunas
también les permiten moverse. Los microtúbulos tienen numerosas funciones, como
establecer la disposición espacial de determinados orgánulos, formar un sistema
de raíles mediante el cual se pueden transportar vesículas o macromoléculas
entre compartimentos celulares, son imprescindibles para la división celular
puesto que forman el huso mitótico y son esenciales para la estructura y función
de los cilios y de los flagelos.
Son tubos largos y relativamente rígidos. Sus paredes están
formadas por unas subunidades proteicas globulares denominadas tubulinas. Estas
se ´ asocian en dímeros compuestos por dos tipos de tubulinas: α y β. Estas parejas
se alinean ordenadamente, mediante enlaces no covalentes, en filas longitudinales
que se denominan protofilamentos. Un microtúbulo tipo contiene trece
protofilamentos. Cada protofilamento tiene una polaridad estructural: la
α-tubulina siempre formara un extremo del protofilamento y la β el otro. Esta
polaridad es la misma para todos los protofilamentos de un microtúbulo y por
tanto el microtúbulo tambi´en es una estructura polarizada. Se denomina extremo
menos al extremo donde hay una α-tubulina y más donde est´a la β-tubulina. Los
nuevos dímeros de tubulina se añade con una menor eficacia a la α-tubulina que
a la β-tubulina, por lo que el extremo más es el lugar preferente de
crecimiento del microtúbulo y predomina la polimerización respecto a las
despolimerización. En el extremo menos predomina la despolimerización respecto
a la polimerización. Por ello los microtúbulos suelen crecer por el extremo más
y, si no está protegido, decrecer por el extremo menos. Sin embargo, el extremo
más es muy dinámico y en ´el se suceden procesos de polimerización y despolimerización,
algunos tan drásticos que pueden hacer desaparecer por completo al microtúbulo.
Función
Organización y movimiento de orgánulos. Los microtúbulos se
pueden clasificar en dos grandes grupos: aquellos que son estables, presentes
en los cilios y flagelos, y otros más dinámicos y cambiantes que se encuentran
en el citoplasma. Aparte del papel de los microtúbulos citoplasmáticos en el movimiento
de los cromosomas, mediante la formación del huso mitótico, que se verá más
adelante, participan en el movimiento de orgánulos como las mitocondrias,
lisosomas, pigmentos, gotas de lípidos. Son también necesarios para dirigir el tráfico
vesicular.
Los microtúbulos son relativamente inertes en cuanto que no interaccionan
directamente con los orgánulos. Los desplazamientos de orgánulos son producidos
por una serie de proteínas especiales llamadas proteínas motoras. Estas proteínas
pertenecen a dos familias: quinesinas y dineínas, las cuales se desplazan por
el microtúbulo en direcciones opuestas: las quinesinas hacia el extremo más y
las dineínas hacia el extremo menos. Tanto unas como otras tienen dos
estructuras globulares y una cola. Las zonas globulares unen ATP e
interaccionan con los microtúbulos con una orientación determinada, mientras
que las colas se unen a las cargas que han de transportar. La cola es lo que
determina qué elemento es el transportable. La hidrólisis del ATP en las zonas globulares
provoca el cambio estructural de la proteína y su desplazamiento a lo largo del
microtúbulo.
filamentos
intermedios
Son componentes del citoesqueleto que ejercen una gran
resistencia a las tensiones mecánicas y su principal misión es permitir a las
células soportar tensiones mecánicas cuando son estiradas. Se denominan
intermedios porque su diámetro es de aproximadamente 10 a 12 nm, que se
encuentra entre los de los filamentos de actina (7 a 8 nm) y los microtúbulos
(25 nm).
Se encuentran presentes en las células animales, aunque no
en todas. Forman una red que contacta con el núcleo y se extiende hasta la
periferia celular. Normalmente están anclados a los complejos de unión que se establecen
entre células vecinas, como los desmosomas en mancha, a los hemidesmosomas, a
las uniones focales y a la matriz extracelular a través de proteínas de unión. También
se han encontrado filamentos intermedios en el núcleo donde forman la lámina
nuclear, un entramado que da forma y aporta cohesión a la envuelta nuclear. Abundan
los filamentos intermedios en las células que están sometidas a tensiones mecánicas.
Por ejemplo en los axones de las células nerviosas, en las musculares y en las
epiteliales.
Los monómeros polimerizan para formar filamentos alargados.
Los monómeros o subunidades están formados por una cabeza globular en el extremo
amino, una cola globular en el extremo carboxilo y un dominio central alargado
o región central con unos 310 a 350 aminoácidos. La región central se organiza
en una hélice alfa que permite a un monómero unirse a otro para formar dímeros.
Dos de estos dímeros pueden asociarse entre sí mediante enlaces eléctricos para
formar tetrámeros y los tetrámeros se asocian entre sí formando octámeros.
Cuatro octámeros forman la unidad fundamental de ensamblaje
y varias unidades se asocian por sus extremos para formar los filamentos intermedios
a modo de cuerda. Las zonas centrales de los monómeros son muy parecidas entre
los distintos tipos de filamentos intermedios, en tamaño y secuencia de animoácidos,
por lo que todos tienen un diámetro y forma parecidos. Las cabezas o zonas globulares
son las regiones de la proteína encargadas de interaccionar con otros
componentes celulares. En los distintos tipos de filamentos intermedios estas
cabezas son variables en forma y secuencia de aminoácidos.
Los filamentos intermedios son flexibles y resistentes, dos
propiedades óptimas para soportar las tensiones mecánicas. Se ha estimado que
pueden estirarse entre un 250 y un 350 % de su longitud inicial cuando se someten
a fuerzas de tensión. Cuando esto ocurre disminuyen su diámetro, por lo que se
estima que los monómeros pueden deslizarse unos sobre otros.
Además de en esta función de resistencia parece que
intervienen en otros procesos celulares. Se les postula como lugar de anclaje
de numerosas moléculas de señalización. Además, interaccionan directamente con orgánulos
como las mitocondrias, el aparato de Golgi y los lisosomas, por lo que pueden
afectar a su funcionamiento. Aunque los filamentos intermedios son más estables
en el tiempo que los microtúbulos o los filamentos de actina, también pueden
desorganizarse y volver a polimerizar bajo ciertas condiciones celulares como
durante el desplazamiento celular, división celular o cuando se responde a cambios
de dirección las fuerzas tensoras que soportan las células.
Hay tres grandes familias de filamentos intermedios:
filamentos de queratina en las células epiteliales, la vimentina y otros
filamentos relacionados con la vimentina, que aparecen en las células del conjuntivo,
células musculares y nerviosas, y los neurofilamentos, que se encuentran en las
células nerviosas. La familia de filamentos intermedios con más diversidad en
sus monómeros es la de las queratinas. Así, se han encontrado monómeros
diferentes en epitelios diferentes, también aparecen queratinas especiales en
el pelo, las plumas y las uñas. En cada caso los filamentos de queratina son el
resultado de una mezclas de distintos tipos de monómeros de queratinas.
BibliografÍıa :
Goldman RD, Grin B, Mendez MG, Kuczmarski ER. Intermediate filaments: versatile
building blocks of cell structure. Current opinion in cell biology. 2008. 20:28-34.
Goldman RD, Grin B, Mendez MG, Kuczmarski ER. Intermediate filaments: versatile
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